Opinión
¿Es realmente cierto que la automatización del expendio implicará menos fuentes laborales? El especialista Marcelo Saleme Murad afirma que no se puede detener el avance tecnológico. “No se debe ver como amenaza, sino por el contrario, como mejoras sustanciales para la vida de los trabajadores”, sostiene.
Por: MARCELO A. SALEME MURAD
En los últimos tiempos se viene reflotando un tema sensible para las Estaciones de Servicio y sobre todo para su fuerza laboral: el autoservicio de combustible.
Este es un tema sensible por varias razones: primero, porque existen cuestiones innegablemente técnicas que hacen que se requiera el máximo cuidado del usuario para no ocasionar un siniestro; puesto que, lo sabemos, el combustible es un producto que requiere la máxima seguridad en su manejo.
Segundo. porque implica una evidente baja en la demanda laboral de playeros por parte de las Estaciones, y eso ha provocado que los sindicatos se opongan a la implementación de ésta modalidad.
Tercero. porque hay un tema cultural, es decir, lleva un tiempo acostumbrarse al autoservicio. Sucedió con el reemplazo del almacén por el supermercado; con la atención Bancaria del cajero humano al cajero automático, y de éste a la banca totalmente digitalizada (en pleno auge en éstos tiempos). Parecería más inseguro el servicio, más falible, si no se realiza con asistencia humana, aunque no sea realmente así.
Pero ninguno de esos cambios son evitable. La tecnología, los cambios culturales, los cambios en el mercadeo, son irreversibles. A nadie se le ocurriría volver a contratar empleados actuarios o calculistas para que hagan cálculos que hoy hace la computadora más sencilla.
Llegará el momento en que el autoexpendio sea incluso más seguro que el expendio tradicional e implicará no sólo una baja del costo laboral, sino que además, evitará largas colas y esperas para el consumidor/cliente.
Hasta hace unos años, los Bancos estimaban que no podrían digitalizarse fácilmente pues la gente “quiere que la atiendan”. Hoy, nadie cuestiona que la mayor parte de las operaciones bancarias se hace en forma digital. Y todo el público reconoce que eso es mejor que trasladarse a una sucursal bancaria y tener que hacer cola por horas. Ya no quiere que lo atiendan, lo hace sólo, más rápido, mejor, y sin moverse de su casa.
El “call center” con innumerables operarios humanos, está siendo reemplazado por los contestadores automáticos gestionados por plataformas totalmente automatizadas, donde la intervención humana se da sólo en un pequeño porcentaje del total de llamados.
La “inteligencia artificial” va facilitando la vida.
El mundo avanza en ése sentido: no puede detenerse.
Ahora bien, ¿no es acaso una mejora en la calidad de vida del trabajador que todos los trabajos esforzados se hagan en forma automatizada o con mínima intervención y esfuerzo?
Hace muchos años, el principal problema de salud de los empleados en las playas de las estaciones, era la contaminación con plomo. Pero cambiaron las naftas. La tecnología de las destilerías más las normas medioambientales provocaron el cambio. Ya casi no hay problemas con el plomo, por ende, la gente que manipula el combustible no se enferma por contaminación con ese metal, y mejora su calidad de vida, y también han casi desaparecido las demandas por enfermedades laborales por dicha causa. ¿Puede cuestionarse?
Y ya estamos en la era del “plug-in”, donde hay que enchufar el coche al toma corriente, y esperar que se cargue la batería mientras se toma un café en el shop. ¿Exigiremos que lo haga un empleado? Claro que no, cualquiera puede enchufar un artefacto en la red eléctrica. Desaparece el surtidor, y con él, la actividad laboral de “playero”.
Vale decir: la baja de la incidencia de los costos laborales es una tendencia mundial, porque la tecnología permite que en los trabajos más sencillos se vaya produciendo el reemplazo del hombre por la máquina, en todos los ámbitos de la vida humana. Cada vez son menores los márgenes de ganancias, y por ende, cada vez hay que ser más eficientes con el manejo de los costos empresariales. Está en plena crisis el mismo concepto de “relación de dependencia”; y seguramente va a cambiar radicalmente en poco tiempo más; y con él, las leyes laborales, sobre todo las de nuestro país.
Pero ¿eso es malo? Con el mismo criterio, deberíamos decir que fue malo que el hombre sea reemplazado por el caballo pues se perdían fuentes de trabajo entre los acarreadores, que éste a su vez fuera reemplazado por el automóvil pues se quedaban sin trabajo los conductores de carruajes, y así sucesivamente.
La verdad es que el trabajo se transforma. ¿No sería mejor para los trabajadores que en lugar de estar al lado de un surtidor con frío, calor, lluvia, etc; pudieran estar controlando la actividad de la playa desde una computadora en un lugar aclimatado, fresco en verano, tibio en invierno, y a salvo de las inclemencias climáticas?.
¿Es realmente cierto que la automatización del expendio implicará menos fuentes de trabajo? ¿Quién avala ésa apreciación? Podríamos con el mismo criterio decir que implicará por el contrario mejores fuentes de trabajo, y más pues al ser las estaciones de servicio más rentables podrán pagar mejores salarios. Y así hasta donde la especulación alcance.
Entonces, al igual que hoy pasa con Convenios Colectivos que están en crisis (en el sentido de coyuntura de cambios importantes) como el de los Bancos (recordemos el conflicto de la Bancaria con Mercado Libre), y en general el de las empresas de tecnología, el Convenio Colectivo que nuclea a los empleados que se dedican al expendio minorista de combustibles, está por entrar en crisis; porque ya se ha producido la ruptuta cultural y tecnológica de la actividad.
Así como los sindicalistas que representaban a los empleados de fábricas de ruedas para carretas no pudieron oponerse al avance del automóvil, tampoco los sindicalistas pueden oponerse a las nuevas formas de vinculación laboral, necesarias por la revolución tecnológica que vivimos.
¿Desapareció por ello la actividad sindical? No. Simplemente se adaptó a las nuevas actividades; porque literalmente han desaparecido las actividades que representaban. O sea: adaptarse o desaparecer.
No puede detenerse el avance tecnológico ni el cambio cultural. No deben verse como amenazas, sino por el contrario, como mejoras sustanciales para la vida de los trabajadores; que en definitiva, somos todos.
MARCELO A. SALEME MURAD
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Cuando las máquinas se apoderen de todo el sistema el humano de dónde va a sacar dinero para comprar algo?